miércoles, 25 de febrero de 2015

Alquería de Las Sillas (Marcén, Huesca), قرية

Las Sillas, una aldea andalusí en el entorno del año Mil



Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el yacimiento de Las Sillas o Las Cías (Marcén, Lalueza, provincia de Huesca) forman parte de un amplio estudio de la población andalusí en la aragonesa Comarca de los Monegros, durante los siglos VIII al XI. En este proyecto trabajan conjuntamente distintas instituciones francesas y españolas: la Casa de Velázquez, la Diputación General de Aragón, la  Comarca de los Monegros y el UMR 5136 (FRAMESPA, de la Universidad de Toulouse-2). También han participado en las excavaciones estudiantes de las universidades de Barcelona, Toulouse-2, Valladolid y Zaragoza, desde el año 2010 en adelante.


Tanto las fuentes escritas como las distintas campañas de prospección realizadas en el sur de la provincia de Huesca, han revelado la existencia de numerosos asentamientos rurales, hasta ahora inéditos. Tras las excavaciones en varios de ellos, como Piracés, Gabarda o La Iglesieta (en Usón), el de Las Sillas (Marcén) -que pasó a manos del rey Pedro I de Aragón en el año 1102- ha documentado materialmente cómo fueron las actividades y la vida cotidiana rural en esa cronología y en esta parte de la Marca Superior de al-Andalus, cuestión sobre la que las fuentes árabes son particularmente silenciosas.

Las excavaciones, que se vienen realizando desde el año 1987 con mayor o menor intensidad, han puesto al descubierto un vasto hábitat correspondiente a los siglos IX-XI, fundado en la etapa del Califato Omeya y situado en un cerro amesetado sobre el valle del río Flumen (a 420 m. de altitud) que termina en un cortado en su extremo y que está compuesto por dos grandes áreas bien diferenciadas.

1. El sector I al este de la calle principal, en el que se identifican dos edificios, el A o mezquita-oratorio o musalla المصلى (la mezquita es un lugar reservado para las cinco oraciones obligatorias mientras que la musalla es un lugar dedicado a oraciones ocasionales, como las de las festividades o las fúnebres-), bien orientada como se aprecia en el muro de la probable qibla,  con una superficie de 60 m² y dos naves separadas por columnas muy gruesas, de grandes capiteles; un probable miharab, formado por un arco de herradura delicadamente elaborado y un patio rectangular (sahn) en cuyo centro se sitúa la fuente para abluciones. Toda este espacio estaba rodeado por un tapial de mampostería que descansa sobre dos camas de piedra cuidadosamente tallada. Se entraba al edificio por un zaguán abovedado, cuyo suelo estaba formado por grandes losas de piedra arenisca. Por otra parte, el edificio B se interpreta como la residencia de la persona encargada de la oración. Es, pues, un espacio de uso colectivo, con relaciones sociales habituales entre los habitantes del asentamiento, según los hallazgos de materiales arqueológicos en este sector. La zona de viviendas propiamente dicha se concentra en el sector II, que es el más extenso de todo el yacimiento.


2. El sector II, al oeste, se organiza a partir de la citada calle central, que lo dividía en sectores de extensión similar. También se localizaron varias calles en pendiente, para evacuar aguas mediante un canalillo excavado en la roca. En su lado norte, hay casas de 90 a 120 m², parcialmente excavadas en la roca y que tienen de cinco a ocho habitaciones, accesos centrales en forma de codo -lo cual permite relacionarlas con el urbanismo islámico más característico- y un barrio de talleres artesanales en la pendiente sur. Las construcciones parecen estar pensadas para ocupar la totalidad del espacio, es decir, que se trata de un espacio planificado. La organización que se aprecia, aunque no es claramente urbana, no difiere mucho de ella. La pendiente sur fue usada también como cantera y lugar de almacenamiento de víveres, según la presencia de numerosos silos y aljibes en ella.


El material recogido en las excavaciones se compone de cerámica, metales, piezas de vidrio, industrias líticas, fauna y restos vegetales.

La cerámica, que es el material más abundante, está muy fragmentada y apenas se han podido recomponer algunas piezas. Cabría preguntarse si es una cerámica usada, como material para las construcciones  o si, sencillamente, se trata de basura. En general se trata de un conjunto homogéneo y coherente para este tipo de asentamientos, en esas fechas. Los fragmentos más abundantes son componentes de piezas para transporte y almacenamiento, que llegan al 42%, lo que se explica por la inexistencia de agua en las casas y por la necesidad de almacenaje. A continuación, alcanzando el 26%, se encuentran los servicios de mesa, con piezas como jarritas y jarritos. el ajuar de cocina se compone de ollas (con asas), pucheros (con una sola asa) y cazuelas, que representa un destacado 19% del total de las piezas cerámicas.



En su conjunto, la cerámica es bastante homogénea, tanto desde el punto de vista formal, como por su decoración. El mayor porcentaje corresponde a piezas no vidriadas (76%), corriente en un asentamiento de esta época y este tipo. En general, las cerámicas de almacenaje y de cocina no parecen revestidas de vidrio, ya que este no se generaliza hasta el siglo XII. De todos modos, son abundantes los ataifores con repie anular y decorados con trazos de manganeso sobre un fondo melado, que deben datarse en el siglo XI. También destacan las redomas vidriadas en melado, algunas piriformes. Son ajuares de una época plenamente califal, que permanecen hasta el siglo XI. Unas vajillas tan variadas y ricas nos acercan a un estándar no exactamente campesino. En tales fechas la homogeneización de las producciones cerámicas es un hecho constatable en numerosos yacimientos, que aproxima los asentamientos rurales a las formas de vida urbanas.

El metal es mucho más escaso que la cerámica. Sin restos de armas, aparecen clavos y objetos de mobiliario. El vidrio basta para poner de manifiesto que su difusión va más allá de los límites urbanos de las grandes medinas de la época.

La industria lítica está formada por pesas de telar, piedras de afilar y muelas de molinos de mano, tal como corresponde a un asentamiento en el que se llevan a cabo procesos de transformación industrial más o menos elementales, destinados al consumo de la misma población que los fabricó.

Los restos de fauna recuperados en los hogares en los que se cocinaba presentan una gran diversidad. Van desde rumiantes a pájaros, destacando los ovicápridos (88,7%) como corresponde a los hábitos alimentarios de los andalusíes, especialmente en un contexto campesino.


Las Sillas nos presenta un contraste con el modelo creado por algunos arqueólogos e historiadores franceses, sobre todo A. Bazzana, P. Cressier y P. Guichard, en el que las alquerías surgen a la vez que los hisn, a los sostienen en colaboración con el Califato estatal. En este caso, Philippe Sénac, uno de los principales investigadores del yacimiento, nos presenta Las Sillas como un modelo contrario, fortificados, bien defendido y ocupación estable. Los campesinos que viven en su interior tienen un buen nivel de vida y no están al borde de la pobreza. No se les puede considerar dependientes de propietarios urbanos. La cerámica muestra una cierta relación con el mercado de la ciudad, pero de la excavación se infiere que tienen un grado elevado de autosuficiencia. El poder estatal y los linajes instalados en el territorio parecen ser los responsables de la formación de estos hábitats planificados. Pero no sabemos de dónde vienen sus ocupantes (bereberes, población exiliada, élites urbanas venidas a menos...). Además, no conocemos suficientes asentamientos anteriores a la cronología citada (siglos x-xi) de dónde pudieran proceder estas gentes. El abandono de Las Sillas se produce poco antes de los albores del siglo XII y su estudio, junto al de los otros yacimientos reflejan claramente la profunda islamización del valle del Ebro y la influencia de los importantes linajes urbanos en el medio rural.


PARA SABER MÁS:

Philippe Sénac, con la colaboración de José Miguel Pesqué Lecina, Un « village » d’al-Andalus aux alentours de l’an Mil. Las Sillas (Marcén, province de Huesca), Toulouse, Méridiennes, 2009, 151 p.

PARA VISITAR EL YACIMIENTO:

Se llega caminando desde el depósito de agua del pueblo, por la pista que lo rodea, visible desde la Calle Alta de Marcén. La visita está acondicionada bajo el programa LEADER de musealización de los yacimientos de la Marca Superior de Al Andalus. También podemos continuar la llamada Ruta de los Torollones, que incluye observatorios de aves y localidades de la comarca.